Sardinillas pescadas en verano en las costas del Cantábrico, seleccionadas por su calibre 16/22 piezas y llevadas frescas a la conservera Catalina, en Santoña.
Tras un ligero escaldado, se limpian a mano una a una y se colocan con esmero en la lata. Se cubren con aceite de oliva suave que respeta su sabor marino y favorece una maduración lenta de la carne.
El resultado son bocados firmes, jugosos y repletos de aromas yodados, perfectos para tostas con tomate, ensaladas de legumbres o como aperitivo acompañado de un vermut.