La masa madre de trigo duro se enriquece con una salsa casera de tomate seco triturado y orégano mediterráneo recién molido, además de un hilo de aceite de oliva virgen extra.
Después de una fermentación lenta de 24 horas, los bastones se moldean a mano; ese gesto tradicional les confiere su torsión irregular y una textura ligera y aireada.
Se hornean a baja temperatura hasta quedar crujientes y de color rojizo-dorado, liberando un aroma herbáceo y un sutil dulzor de tomate. Ideales para acompañar antipasti, tablas de quesos o para mojar en burrata cremosa.