Durante la costera de verano —cuando el Bonito del Norte sube a la superficie y su carne se enriquece en grasa— los barcos artesanales capturan los ejemplares más frescos en el Cantábrico.
La ventresca, corte noble de la zona abdominal, se limpia manualmente y se escalda apenas unos minutos para fijar su textura melosa.
A continuación, se enlata en crudo y se cubre con un aceite de oliva suave que, tras varias semanas de afinado, realza notas de almendra, mantequilla salada y atún rojo.
Ideal para ensaladas de tomate rosa, tostas con piparras o como protagonista de un tartar templado de aguacate.